Ensayo. Análisis narratológico y teatral de Las manos de Dios de Carlos Solórzano

 

Análisis narratológico y teatral de Las manos de Dios de Carlos Solórzano

Por: Centro Literario Istak Axolotl

Carlos Solórzano nació en San Marcos Guatemala en el año de 1919. Fue un dramaturgo, crítico teatral y promotor de teatro latinoamericano. Creció en la hacienda cafetalera de su padre al cuidado de su nana indígena quien sería la primera en acercarlo a las historias antiguas y las ceremonias litúrgicas que más adelante reproduciría en sus textos dramáticos. Estudió arquitectura y letras hispánicas en la Universidad Autónoma de México. Eligió las letras como su profesión, realizó un doctorado y se dedicó a la docencia.  

    En 1951 se le encomendó realizar un proyecto para producir teatro profesional para los universitarios, y entre 1952 y 1960 llamó a los mejores profesionales de teatro para formar el Teatro Universitario. En 1982 se naturalizó ciudadano mexicano y en 1985 fue nombrado maestro emérito de la facultad de filosofía y letras. Para 1989 se le otorgó el Premio Universidad Nacional y el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias de Guatemala.

    Solorzano inicio el estudio sistemático de manifestaciones dramáticas del teatro latinoamericano a partir del análisis de su contenido y su forma de expresión. Esta aportación fue complementada en Las analogías del teatro guatemalteco contemporáneo (1964), Teatro breve hispanoamericano (1969) y El teatro actual latinoamericano (1972) donde además de brindar una perspectiva basada en el estudio dramático ofrece una amplia vista de escritores y obras latinoamericanas difundiendo nuevos nombres para el panorama literario de la época.      



    Su obra, Las manos de Dios es un reflejo del núcleo ideológico y religioso de su infancia en donde se ofrece una revisión de los procesos sacramentales situados en la vida “moderna” del hombre, el cual enfrenta su necesidad de respuestas ante los problemas comunes de su entorno. Su estructura es de tres actos sin escenas entre ellos con un total de 67 hojas. Contiene 14 personajes y se desarrolla en un ambiente rural representativo de las pequeñas poblaciones en Latinoamérica.   

    Dicha obra tiene indicios filosóficos y de crítica social que la convierten en una representación completa sobre los esquemas de poder y religiosos en un pueblo pequeño, creando así su propia visión de justicia mediante los personajes y sus costumbres. Su estilo radica en una combinación de unidad, con los personajes que representan al pueblo, y de contraste, con aquellos personajes opuestos a los habitantes, sin descuidar la armonía entre diálogos y escenificación.

    El parlamento se estructura en su mayoría por coloquios y diálogos aparte, enfocando la corporeidad en las acotaciones esenciales para la ejecución de las conversaciones entre personajes. En ese sentido cabe resaltar la función que tiene el coro en los primeros dos actos, debido a que carece de texto. Sin embargo, sus movimientos y gesticulaciones son fundamentales para el desarrollo de las escenas y el acompañamiento de las acciones.   

Sacristán: (suspirando aliviado) ¿Esos es todo? ¿Para decir que has visto a un hombre vestido de negro llegas corriendo como su hubiese sucedido una desgracia?

Campanero: Usted no comprende. Ese hombre vestido de negro apareció de pronto. (Estupor ene el coro. El sacristán les hace gestos para que se aquieten).

    Las acciones dramáticas se ordenan iniciando por la situación inicial, la modificación intencionada y la situación final, llevando en cada situación un suceso y una acción. Esto último, según García Barrientos en su libro Cómo se comenta una obra de teatro se subdivide en la prótesis; los antecedentes, después la epítasis; la tensión conflictiva y, para terminar, la catástrofe; la solución. Cada uno de estos momentos es representado por la aparición de un extraño en el pueblo, el encarcelamiento del hermano de Beatriz y la condena de la protagonista.

    El tiempo dramático se divide en latente y ausente debido a que se hace mención de hechos ocurridos antes del inicio de la obra (recuerdos de Beatriz) y a la vez en las acciones suelen representarse (juegos de luz para representar el futuro). El plano es lineal y con nexos temporales que buscan adelantar el orden de las acciones. Como por ejemplo el trascurso de los días entre una escena y otra. Lo anterior es más notorio en la transición de los actos porque del primer acto al segundo pasa un día, pero del segundo al tercero transcurren tres.

Acto tercero

Tres días después, en el atrio; el campanero barre las gradas. De pronto sale de la iglesia precipitadamente sale el Cura, después de él el Sacristán.

A pesar de los usos del tiempo, en cuestión del espacio la obra presenta una solución original y creativa, pues el escenario es una plaza con ciertas características que sirven para el desarrollo de la historia sin la necesidad de cambiar de ambiente. Para lograr esto, alrededor se construyen dos tipos de espacios; el latente y el ausente. Siendo el segundo bastante utilizado para explicar la traslación de los personajes y las acciones que realizan en cada lugar.

DECORADO: (es el mismo para los tres actos) La plaza de un pueblo. A la izquierda y al fondo de una iglesia […]Escalinata al frente de la iglesia […] A la derecha y en primer término un edificio sucio con un pequeño letrero y torcido que dice “Cárcel de hombres”. A la izquierda y en primer término un pozo. El resto arboles secos, montes amarillos y muertos.

Todos estos lugres fragmentan el tiempo, multiplican el espacio y a su vez, con sus respectivas acciones, construyen a los personajes. Para la cárcel existe un Carcelero, unos Presos y los Soldados. En la iglesia está el Cura, el Sacristán y el Campanero y para la plaza está el pueblo. No obstante, aquellos personajes que no pertenecen a ninguno de los espacios anteriores son quienes se mueven más en la obra y simbolizan conceptos fuera del mismo escenario.


    Hablando de estos personajes, resaltan tres en particular los cuales aparecen constantemente en la historia y es por quienes la diégesis se desarrolla a lo largo de los actos. El primero es el Amo una presencia diferente pues, aunque no lo vemos en escena, es mencionado constantemente por los demás y cuya imagen simboliza el poder y la autoridad. El segundo es el forastero quien será presentado como el diablo por ser el más contrario a los demás integrantes del acto. Él es el progreso y la verdad.

Diablo: (Con ardor) ¡Ha llegado el momento decisivo! Estos hombres sabrán lo que has hecho y te justificarán. Les has demostrado que no hay nada en esa imagen que pueda infundirles temor. Vencerán el miedo. Se sentirán unidos. Podrán verme y oírme y podré encaminarlos a su salvación.

Y para finalizar el personaje de Beatriz, cuyo nombre ya nos dice mucho, es quien más peso tiene en la obra y mayor grado de representación adquiere. Es una mujer que quiere ayudar a su hermano, es invisible y de poca importancia para los hombres quienes solo pueden conmoverse por ella. Remite a varios mitos, es la salvación y la fuerza. La heroína y la víctima. Un ejemplo de injusticia patriarcal, pero la razón por la cual el cambio viene con el espíritu de lucha de una mujer. La más libre de todo el pueblo.

Beatriz: (Casi sin poder hablar) Sí. Volverás a luchar. Prométeme que lo harás por mí. Algún día se cansarán de creer en el viento y sabrán que solo es imposible aquello que no quieren alcanzar. Su misma voluntad es el viento con el que hay que envolver la superficie entera de esta tierra.

    En todo sentido Las manos de Dios representa el problema de la falta de libertad, del ejercicio completo de la conciencia y la posibilidad de que sea el hombre quien tome sus propias decisiones. El autor en esta obra da vida a la imagen de una sociedad susceptible y sumisa la cual es orillada a existir dentro del margen de figuras tiránicas de poder. Es una invitación a reflexionar sobre la importancia de dudar y querer buscar una respuesta ante el propio destino.   

    Carlos Solórzano muestra la realidad de muchos pueblos y habitantes en Latinoamérica, construye un tema fresco y vigente pues es común que hoy en día la gente esclavice su opinión y su futuro a una figura de autoridad. El mensaje es no desistir, tomar la responsabilidad de nuestro entorno y buscar la libertad de pensamiento, la diversidad de posibilidades. Estar por encima de las manos de quien pretende el control, seguir luchando por la conciencia y la buena voluntad.

Bibliografía

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