Cuento. Mutación

 Por Ale Montero


Acercó su oreja a la pared: se oía una estrepitosa avalancha desplazándose a gran velocidad. El ruido en su casa era cada vez más insoportable, similar a un infinito enjambre. Dio intermitentes golpes a una pared con un martillo hasta abrir un agujerito. Cayó sobre sus glúteos, con boca y ojos abiertos, mientras palpaba el suelo con gran pavor. Se arrastró hacia atrás sin perder de vista el orificio. Un raudal de insectos verdes salió del agujero; eran tantos que en poco tiempo cubrieron toda la pared. Las alimañas parecían hormigas, pero de mayor tamaño, resplandecientes y verdes. Los transeúntes se detuvieron a observar por las ventanas cómo las criaturas se esparcían por el interior de la casa.

—¿Qué pasó? —preguntó un transeúnte.

—No sé. Había un ruido extraño en mi casa, golpeé la pared con un martillo y de un agujero comenzaron a salir esas cosas.

La casa se volvió una gran masa de pequeñas alimañas en movimiento. Se escuchó una sirena acercándose. Unos bomberos bajaron de un carro que se estacionó rápidamente. Uno de ellos lanzó un voluminoso chorro de agua a los insectos. Los animales quedaron inmóviles; parecían un muro verdoso. Una enorme masa de insectos avanzó a toda velocidad hacia el bombero de la manguera mientras éste corría despavorido. Las alimañas subieron por debajo del uniforme del bombero hasta cubrirlo totalmente. El cuerpo del sujeto cayó convertido en un esqueleto. Las alimañas volvieron ordenadamente a la residencia. Los transeúntes se fueron asustados.

Pasaron días. La casa seguía infestada. La gente se limitó a caminar lejos de ahí. Los insectos, por su exoesqueleto verde y resplandeciente, resultaban bellos para los ciudadanos. En pocos días la vivienda, y quien anteriormente la habitaba, se volvieron famosos mundialmente.

Los religiosos atribuían la plaga a un castigo divino. El gobierno quería demoler la casa, así como matar a los insectos. Una organización no gubernamental defendía la vida de los rutilantes artrópodos. Los entomólogos se oponían al gobierno, ya que anhelaban estudiar a las evolucionadas criaturas. Según las hipótesis de estos últimos, los insectos habían mutado por la irrigación de fertilizantes químicos; atribuyeron un exceso de fósforo, así como de nitrógeno al brillo verdoso de los exoesqueletos de las criaturas. De acuerdo con algunos geobotánicos y químicos, el estudio de los artrópodos mutantes podría revelar los requerimientos nutricionales desconocidos del suelo. Las redes sociales se llenaron de discusiones éticas, científicas y religiosas acerca de la intervención más conveniente respecto a los verdes insectos.

La persona que habitaba la casa regresó a ella varias veces para mirarla de lejos. Observó las estrellas con lágrimas en los ojos, sollozando, mientras recordaba momentos vividos.

—Ya me quedé sin casa.

Vio en el cielo un objeto circular que se perdía entre las nubes.

—¡Un ovni!

Las redes sociales se llenaron con fotografías de ese objeto. Muchos suponían que se trataba de una estrella fugaz y de basura espacial. Algunos cristianos dijeron tratarse de la parusía.

Trascurrió un mes. El enjambre continuaba moviéndose en la superficie tanto interna como externa de la residencia; sin embargo, durante una noche se divisó en el cielo nocturno una esfera de impresionante fulgor descendiendo lentamente a la ciudad. La gente se encerró en sus viviendas. Algunas personas huyeron a otras ciudades.

—¡Es el ovni de Facebook! —se escuchaba en las calles.

La esfera rutilante se detuvo frente a la casa infestada sin tocar el suelo. En el colosal objeto flotante se abrió un pequeño orificio. Raudales de insectos subieron a la esfera, introduciéndose ordenadamente por el agujero. Cuando todas las criaturas entraron, el orificio se cerró. La esfera emprendió el ascenso. Las personas comenzaron a salir de sus hogares; vieron a la misteriosa esfera partir con lentitud hacia el firmamento hasta perderse en la oscuridad.



Ale Montero (Acapulco, México, 1995) es Lic. en Psicología y psicoterapeuta. Publicó el poemario La locura del poeta (2017). Ha publicado cuentos y poemas en las siguientes revistas: La testadura, ZompantleAlmicidioIguales revista, TabaqueríaRevista elipsisGranuja revista, MEUI revista cultural, Teresa magazine, Perro negro de la calle, El cuarto del muerto, MiseriaLa letra desconocida, El elefante azul, entre otras.

Contacto: https://instagram.com/alemonterocabrera

alemonterocabrera@gmail.com

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