Cuento. La sed fecunda
Por: Martín Morales Garza / Dimitri Ríoclaro
Jamás hubiera imaginado esta situación cuando
te conocí en el 2013, que pasaremos un día completo a partir de las ocho de la
noche en un hotel tres años después.
Al entrar en la habitación, sacas los libros
que planeas leerme de la mochila, me siento al filo de la cama y propones que
juguemos a la baraja con ropa, elegida para ser despojada por el ganador; al
final, nos recostamos, me deleita estar desnudo mientras estás desvestido.
Tomas mi nuca para aproximarte con lentitud,
suspiras sin proponértelo antes de besarnos, tu mano recorre a partir de la
rodilla, siento el temblor del dorso cuando pasas por la entrepierna. Me
observas ruborizado, Tirso. En este momento, aceptas la creencia de la estatura
de uno ochentaicinco es proporcional.
Te alejas para apagar tu celular, te despojas
del calzado y después te abrazo, inhalo tu cabello chino (levemente pronunciado),
retiro el suéter cuello de tortuga, el pantalón y aprecio el BRIEF
BÓXER gris, humedecido y
que aguarda lo que anhelo saborear.
Afuera de la cama, al desnudarte, me percato de
tus glúteos, subestimados en mis fantasías por su parecido verdadero a un
jugador de rugby, a pesar de que afirmas no ejercitarte; en la librería de
usados, donde trabajaste por mucho tiempo y donde te conocí, no me inmuté de
ellos, tampoco en la ocasión que, finalmente, logré coincidir en tu turno para
saber tu nombre y pedirte tu número telefónico, nos despedimos, cruzaste la
avenida corriendo y regresaste para pedirme que la coincidencia fuese
trascendental, no desafortunada o fugaz.
Nos devoramos mutuamente sin escatimar en
intensidad, velocidad y ritmo: cuando pido que te sientes sobre mi cara,
estimulo con la lengua, siembro suspiros para cosechar gotas de ambrosía sobre
la lanosidad embriagante del interior de los glúteos mayores. En las cuatro
horas ininterrumpidas, no contemplo la posibilidad de saborear u oler el sudor
de la caminata de setecientos cincuenta metros hacia el hotel, aunque fuese
diciembre.
Entonces, un vello imprudente se manifiesta
en mi lengua, no quiero detenerte para extraerlo; con las yemas de los dedos,
agarro la parte de los glúteos de tu BRIEF BÓXER y consigo librarme de esa incomodidad, una pestaña mía. Estoy
tentado a despojarme de la duda sobre el aroma, descubro que es inodora, aunque
considero asociarla con las citas que tuvimos para rememorarla en cualquier
momento.
En el descanso de la primera ronda, te diriges
al mueble cercano al ventanal con vista a la avenida, señalas que quieres
abrazarme mientras apreciamos el firmamento púrpura, rebosante de estrellas
nítidas e inmune a las nubes inoportunas. Los sudores confluyen, creamos una
fragancia, que asociaré a este momento, y al beso del Halloween pasado, cuando
te maquillaste como catrín. Te alcanzo el libro; como separador de páginas, hallo
un purito color ciruela, aspiras leer un poema de Hermann Hesse con tu voz
barítona, pero te abstienes de fumar por temor a la alarma contra incendios.
Nos duchamos juntos, enjabonándonos,
observándonos, palpando con gentileza entretanto degustamos el sabor del
aliento, impregnado en nuestros los labios.
En la cama, deseas que los roles íntimos se inviertan.
Tus embestidas provocan que termine a la hora de haber iniciado, lo atribuyo a
tu glúteos, observados en el espejo mientras son flexionados o abiertos por mis
manos. Dormimos pocas horas. Me despiertan tus besos y las ganas por embestirte
en la posición de <<la Leña>>.
Entre poemas leídos de Villaurrutia,
embestidas rítmicas en posiciones con nombres de animales, pláticas sobre el
cine de Woody Allen y Upstream Color
durante las comidas y duchas entre actos, llega la hora del CHECK
OUT.
Durante el abrazo de despedida, desconozco que, a partir de este instante, nos hablaremos de manera intermitente hasta que, sin proponérnoslo, coincidiremos teniendo citas con otros, muy diferentes en cuanto a gustos y perfil. Y al verte subir en el camión, pienso que, aunque lleguemos a negarlo, tendremos siempre esta historia sobre la búsqueda emprendida para conocerte y la declamación tuya, dedicada durante la noche de tonalidad fugaz, desaparecida ante el cambio total del alumbrado público.
Martín Morales Garza / Dimitri Ríoclaro: Distinciones: La dama de los perdidos, (CJL-UANL tercer lugar cuento infantil ilustrado, 2017).La búsqueda, “Microtopias” (Dispensario Servicios Editoriales, 2020). La casa de la tíaRebeca y Añoranza navideña setentera, Revista COMA N° 15 (2020). El lado cósmico, “Fin delMundo” (Teresa Magazine, 2021). A la espera de nuestra suerte. Revista Soles N° 2 (2021).¿Adónde fue la viuda? Revista Espejo Humeante FANZINE 8.5 (2021).
Contacto:martin.moralesgarza991@outlook.com
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