Poesía. Muérdago
Por: Charlie Andrés Morera Yate
Por donde andar
para encontrar la frase más hermosa,
Por donde andar
para encontrar,
Por donde andar,
¡Por dónde!
Mi corazón es un
iglú lleno de ramas secas,
Dos lunas grandes
hacen la ventana del mundo,
Ni razón le di al
torbellino en lo que a mí respecta,
Oh! Disfrutas,
pero te sientes frágil, casi desnudo.
Me da vergüenza y
miedo, soy presa de estruendos,
Lo puse en tus
manos, lo dejaste caer, lo pisaste,
Porque el desahogo
de la carne solo vive en el recuerdo,
Rehusé marcharme
pero solo sabrás que existo, distante.
Pero tus olores me
llenaron los pulmones nuevamente,
Le hablo a un
ente, a una sombra, a una energía,
Al amor eterno que
ansía pero que es en todo paciente,
Sirenas, musas y
ángeles, comparten la simple alegría.
Los ojos
encharcados, medio cerrados, mantenerse en pie,
Aguantando vientos
que raspan el cutis,
Fue del cumulo de
cariños sin sentido que me harté,
Luchar, que llegue
el día, el resto es una teoría inútil,
Bajo estas
hojitas, reflejo de la creación divina,
Me esmero por
contener las vibraciones, hasta la más leve,
La boca, escotilla
de las nubes que inflan las costillas,
Se cuece en la
caja de humos, lo decidiste fue adrede.
Extravagante como
sin emoción, cosas de caballero andante,
Al calor del día
eres imagen fluctuante, lejana,
Desdibujada con la
brisa, busco el final del arcoíris, jadeante,
Despegar los
parpados, sobre la inmóvil y extensa carretera.
Lenguas de fuego,
aliento hostil,
Piensas mucho,
aprietas los molares, por una lágrima,
En soledad,
esperanza infantil, reposa eterno en el atril,
No sale, mejor así, colaborar sin lastima.
Por donde andar
para encontrar la frase más hermosa,
Por donde andar
para encontrar,
Por donde andar,
¡Por donde!
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